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La vergüenza de Iquique y del Norte Grande
Fabien
7 October, 2021
Los movimientos migratorios, que creíamos que afectaban solo a Europa o a la América rica del norte, se han globalizado, y han llegado hasta este extremo sur del continente. Como allá, aquí también han despertado las reacciones de una parte de la ciudadanía que se considera dueña de un territorio y de los que pueden vivir en él, que prefiere creer que fue la primera en llegar, y que ha olvidado de qué manera llegó, quiénes fueron sus antepasados y de dónde salieron. Desde esa posición, pretende defender las fronteras nacionales contra la migración extranjera, sobre todo de aquellas personas y familias que considera indeseables. Migrantes deseables son legales y migrantes indeseables son ilegales. De este modo, se reproduce el racismo y la xenofobia, a través de leyes y reglamentos que encubren a las personas e instituciones que lo ejercen. Chile se encuentra en esta coyuntura, y, para muestra, la vergüenza de Iquique, Colchane, y otros lugares del Norte Grande que se formaron desde antiquísimo por oleadas de diferentes migraciones de pueblos y culturas diferentes. No hay ser humano que merezca el despojo, el odio, la intolerancia y el desconocimiento de derechos universales, los cuales deben ser garantizados sobre la base del reconocimiento mutuo. Las personas no pueden ser ilegales, porque tampoco lo son las sociedades de las cuales ellas provienen, y la migración no solo es constitutiva de la experiencia de todos los seres humanos, sino que es un derecho humano. Como trabajadores de lo social y lo humano, como investigadores y como estudiantes en el campo de los estudios interculturales de la Universidad Católica de Temuco; pero ante todo como personas comunes y corrientes, que habitamos estos territorios, creemos firmemente que tenemos que pensar y asumir una ciudadanía intercultural basada en la hospitalidad y la convivencia intercultural como un universal deseable y sobre todo como posible. Aceptar las complejidades que eso conlleva, y alejarse de simplificaciones como la de “ordenar la casa”, significa la construcción de un espacio de vecindad en el que todos tengamos cabida: los que estábamos desde antes, y los que hemos ido llegando con los años, unos para quedarnos, otros de paso. Significa también emprender un debate público para pensar y compartir diferentes formas y estrategias de restablecer o generar sentimientos de pertenencia a un territorio común que no vengan marcadas por el origen de las personas que lo habitamos, sino por el hecho de vivir, compartir e intervenir en el mismo en momentos históricos diversos. A la condena mayoritaria que ha suscitado el ataque xenófobo de Iquique ocurrido el ultimo 25 de septiembre, hay que sumar la discusión sobre cómo asegurar el ejercicio de los derechos que son inherentes a toda ciudadanía, incluidos los políticos, sobre formas de garantizar la ciudadanía intercultural de nuestros territorios, y como prevenir que las crisis migratorias y toda crisis en la convivencia intercultural no se conviertan en crisis humanitarias. No hablamos solo de un tema migratorio y de derechos vulnerados. Hoy es también necesaria una discusión sobre el uso de la situación de migración como una estrategia política que, por medio de diversos medios y plataformas, y bajo pretextos de salud pública, entre otros, favorece los repliegues identitarios y nacionalistas y presta legitimidad al discurso de odio y del racismo. Ante esta acometida, destacamos el valor relevante de lo humanitario, y en que los ideales de justicia y del reconocimiento, esa parte buena de la condición humana, debería siempre prevalecer en nuestras relaciones, y asumimos desde nuestros distintos frentes laborales y sociales mantener propuestas y prácticas que trabajen en esa dirección de la hospitalidad y convivencia. Núcleo de Investigación en Estudios Interétnicos e Interculturales Estudiantes del Doctorado en Estudios Interculturales 6 de octubre de 2021. Fuente de la foto : http://www.fau.uchile.cl/noticias/163494/vivienda-y-migrantes-el-problema-del-desregulado-rentismo-inmobiliario…
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Nota de prensa: ¡No es un show, es un derecho! Somos hijas de las mujeres invisibilizadas y negadas de la historia
NEII
21 July, 2021
Compartimos con ustedes este artículo escrito por Luz Marina Huenchucoy Millao y Carolina Fuentes Lizama, estudiantes del Doctorado de Estudios Interculturales de UCTemuco, publicado en el periódico digital MapuExpress el día 20 de julio de 2021: Estos días hemos seguido con entusiasmo y esperanza las intervenciones de las y los miembros de la Convención Constitucional en las distintas asambleas, en particular las intervenciones que ha realizado la Machi Francisca Linconao, autoridad ancestral del Pueblo Nación Mapuche, por ser un hecho histórico que una autoridad ancestral esté allí, construyendo el nuevo Chile. En sus intervenciones la Machi ha sido clara en señalar que la lucha de las y los Mapuche es la lucha por la defensa de la tierra, del agua, la defensa de la biodiversidad y, sin embargo, hemos sido testigos de discursos de odio, racismo, negacionismo y discriminación. En particular, los que han sido emanados por la representante de la ultraderecha chilena, Teresa Marinovic. Discursos de odio que han quedado impunes, ya que no han sido sancionados ni condenados con la vehemencia que corresponde debido a que la Convención Constitucional aún no define su reglamento/comisión de ética. Esto último nos parece aún más impresentable y peligroso, ya que como dice el dicho “quien calla otorga” y en este caso se está legitimando la impunidad hacia el odio racial como hemos visto hoy, que se ha tildado la Machi Francisca de “hacer show” por el hecho de utilizar su lengua materna en sus intervenciones en la Convención. La Machi Francisca Linconao habla de restitución de las tierras, de las aguas, de entregar tranquilidad de los ngen ko, ngen wuinkul. También refiere con énfasis en su intervención en mapuzungun el día 20 de julio 2021 “Mapuzungunmu mew mekey ñi kewan taty, inche ta terrorista pinngekey defender mu ñi lawen ñi wuinkuñ……” ahora están peleando por el uso del mapuzugun. A mí me dicen terrorista, por defender los remedios que entrega la naturaleza, defender los cerros”. Estos hechos de racismo, en que la ultra derecha hoy llama de terrorista a la población mapuche, sin duda nos recuerdan los relatos de las mujeres, abuelas y madres, que han contado de generación en generación, sobre los dolores, y que hacer uso de la lengua no es algo antojadizo sino que su uso está consagrado en diferentes convenios y tratados internacionales: es la reivindicación de los derechos indígenas consagrados en el Convenio 169 de la OIT ratificado por el Estado de Chile el año 2008, la Ley Contra la Discriminación Nro. 20.609 y la Declaración de Naciones Unidad Sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. El mapuzungun y su uso como un derecho ha sido abordado por la presidenta de la Convención Constitucional Elisa Loncon a través de relatos mapuche e investigaciones académicas que abordan los procesos del mapuzungun en la historia, entendiendo que “el uso de la lengua como un derecho” es fuente de transmisión del conocimiento, de realidades y sensibilidades. Al utilizar la lengua del mapuzungun se entrega información desde la perspectiva del otro, se logra reencontrar al ser humano y volver a su mundo. Por el contrario, el estar hablando en castellano implica, para el hablante materno de mapuzugun, un ejercicio permanente de adecuarse al lenguaje del dominador y, aunque no lo domine plenamente en los ámbitos formales, se desenvuelve en dos mundos de manera permanente. El mapuzungun hace que podamos transmitir elementos propios de la vida y relación del ser Mapuche con la naturaleza lo cual no es algo antojadizo, es la expresión máxima del ser que logra expresar la forma y visión de mundo de los pueblos, que han querido ser borrados por la historia oficial y que hoy a través de distintos procesos de lucha se están reivindicando. Al comprender la visión de mundo del Pueblo Nación Mapuche, podemos darnos cuenta del sentido profundo y del significado e incluso del tono de voz que la Machi Francisca ha utilizado en sus intervenciones ya que en ello podemos observar la conexión de los planos espirituales y el sentido de la naturaleza en su habla, el cual está presente en la lengua materna. Le agregamos a esto que la Machi Francisca, en su rol de autoridad espiritual, utiliza un tono de voz que hace alusión también a una petición espiritual, lo que significa que todo tiene vida, los árboles y los cerros. Una declaración contraria al extractivismo de las grandes empresas transnacionales que operan en Wallmapu. Al analizar el racismo evidente en los discursos de odio de la señora Marinovic, sin duda nos hace recordar los diversos relatos de trauma histórico frente a la prohibición de la lengua del mapuzungun en los colegios y en el proceso de colonización en el siglo XIX y fines del siglo XX. Nos parece haber retrocedido en 200 años ya que, como entonces, todos aquellos hablantes, que tuvieron como primera lengua el mapuzungun, tuvieron que adecuarse al castellano de manera forzosa, primero en el colegio, luego en el liceo, en el mundo de la universidad y luego en el mundo laboral, siendo desplazada la lengua del mapuzungun. Además, la Constitución de Pinochet, en 1980 negó toda la existencia y todos los derechos de los pueblos originarios y con ello todos sus saberes. Por tanto, para los hablantes de mapuzungun esto es una lucha de vida, ya que dejar de hablar tu lengua materna es dejar de vivir, es dejar de ser debido a que algo falta a la persona y es la lengua materna la única que puede entregar el equilibrio y la sanación del trauma histórico. En este sentido nos encontramos en un momento de reivindicación de esas heridas e historias Mapuche por habérseles negado su lengua. Estamos en un momento de construir un camino de convivencia, para lo cual es necesario, primero, reconocer la existencia de los pueblos originarios y construir un Estado Plurinacional. Esta es una reivindicación que está presente en cada uno de los discursos de los y las constituyentes Mapuche. La participación en la elaboración de la nueva Constitución viene a reivindicar las luchas de los pueblos originarios, para instaurar políticas públicas y programas en temáticas que afecten a la población mapuche y pueblos hermanos, rural, urbana, campesinos etc. para lo cual es necesario un trabajo con pertinencia cultural, con y desde las personas involucradas. Es por ello que interpelamos al ESTADO, por su carácter instrumental que descontextualiza cada una de las prácticas de los pueblos. Por tanto, ahora, es una necesidad ética y política poner en el debate los derechos de los pueblos originarios, desde sus distintos ámbitos: educación, salud, justicia, economía, el derecho al agua, recuperación de las tierras, donde el reconocimiento de los pueblos originarios esté presente y con ello, se modifiquen las políticas públicas, cambien las malas prácticas institucionales y, sobre todo, el uso de la lengua del mapuzungun, esté de manera transversal en los diversos espacios públicos y privados. Por esta razón es un hecho histórico que el mapuzungun esté en el discurso político hoy día, donde se espera que ocurran los cambios estructurales. ¿Por qué no? Por ejemplo que los y las profesionales atiendan en la lengua de la persona que acude a los servicios públicos sería una forma concreta de reconocimiento de los pueblos originarios. Por lo anterior, es que vemos que existe un resquemor a lo Mapuche y donde Elisa Loncon y la Machi Francisca Linconao han sido “carne de cañón” en este proceso, porque representan a un pueblo que de alguna otra manera se siente reflejado como hijos e hijas de las madres, abuelas, bis abuelas que han sido invisibilizadas, violadas, silenciadas y que por mucho tiempo les llamaron “las indias”. Si no condenamos y sancionamos los discursos de odio ¿Qué sentido tiene establecer escaños reservados si quienes representan a las Naciones pre-existentes al Estado chileno se encuentran imposibilitadas/os de ejercer su derecho a usar su propia lengua en una instancia tan relevante como es la convención constituyente? *** Luz Marina Huenchucoy Millao: Trabajadora social, Magíster en Trabajo Social Familia, Políticas Públicas e Interculturalidad. Perito de la defensoría Penal Pública de la Región de Araucanía. Docente de la carrera de Medicina Veterinaria en el curso de Práctica Integral en contexto Intercultural de la Universidad Católica de Temuco. Estudiante del Doctorado en Estudios Interculturales de la Universidad Católica de Temuco Carolina Fuentes Lizama: Antropóloga, Magíster en Ciencias Sociales. Encargada de la Unidad de Investigación de la Universidad Arturo Prat, Sede Victoria. Estudiante del Doctorado en Estudios Interculturales de la Universidad Católica de Temuco. *** Este artículo ha sido extraído el siguiente link: https://www.mapuexpress.org/2021/07/20/no-es-un-show-es-un-derecho-somos-hijas-de-las-mujeres-invisibilizadas-y-negadas-de-la-historia/?fbclid=IwAR2p4X1KzQtskF8tF_PgcunPP3pCcFfHrsmGi8P5ygXp2OkHPN87skzMQ28 Fuente imagen: https://radiojgm.uchile.cl/constituyentes-mujeres-mapuche-candidatas/…
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Traducción e interpretación en la Convención Constitucional, por Gertrudis Payàs
NEII
13 July, 2021
La presencia del mapudungun y de las otras lenguas de los pueblos originarios en la Convención Constitucional obliga a considerar cómo estas lenguas se harán visibles en las deliberaciones y cómo se asegurará la inteligibilidad mutua de los conceptos clave y de los argumentos que se esgrimirán en ellas. Traductores/as e intérpretes son los profesionales invocados en estos casos. Empecemos dando unas definiciones para separar aguas: traducir es poner por escrito las equivalencias de palabras y mensajes, cosa que se puede hacer con posterioridad a la redacción del texto original, y con la posibilidad de efectuar consultas, mientras que interpretar es hacerlo oralmente, en tiempo real y en co-presencia de los hablantes, con escasa posibilidad de anticipación y de revisión. En el caso de la Convención Constitucional, y suponiendo que, por reglamento, se redacte la versión en castellano como versión original y se elaboren posteriormente las versiones a otras lenguas, habrá que operar desde antes con traductoras/es y terminólogas/os que idealmente hayan podido seguir las deliberaciones. Lo mismo sucederá si, por reglamento, se estableciera que las versiones en las otras lenguas se redacten paralelamente a la elaboración de la versión castellana. Es importante considerar estas dos posibilidades, de lo que hay antecedentes en distintos países, y tener en cuenta que habrá que decidir si la versión castellana será la versión oficial, a la que se remitirán las demás versiones en caso de dudas de interpretación, o si todas las versiones serán versiones oficiales, lo que implicará que todas tendrán igual validez y se las podrá invocar por igual. Hay que advertir que, en el estado actual de desarrollo terminológico de las lenguas de los pueblos originarios, con los distintos grados de competencia en estas lenguas entre los constituyentes y la falta de intérpretes acreditados, no están dadas las condiciones para que se produzca una deliberación multilingüe como se hace en los foros internacionales en los que está ya arraigada la práctica de la interpretación. Esta diferencia en los grados de desarrollo del castellano y de las lenguas de los pueblos no se debe a características intrínsecas de estas últimas lenguas o de sus usuarios, sino a condicionantes sociolingüísticas: mientras que la primera ha sido la única lengua oficial de nuestra república, las dinámicas coloniales excluyeron a las segundas de la vida pública, y hoy pugnan por tener espacios en la política, los medios de comunicación, el sistema educacional, el de salud, la administración de justicia y otros ámbitos. Esto ha producido, a nivel léxico, que estas lenguas no desarrollen la terminología y fraseología especializada necesaria para que sus hablantes puedan participar de manera regular en estos contextos, sin tener que recurrir al español. Por lo tanto, si estamos pensando en la traducción de los documentos que van a emerger de las mesas de trabajo, que serán discutidos en las plenarias a nivel no sólo de idea sino de palabra, y considerando todas las demás limitaciones (plazos de deliberación acotados y dificultad de participación de los constituyentes de escaños reservados en todas las mesas de trabajo, por nombrar sólo algunos), será impracticable redactar al mismo tiempo las versiones de esos documentos en las lenguas de los pueblos originarios, y tal vez haya que aprobar primero la versión final en castellano y después traducirla a las distintas lenguas, proceso, por demás, en el que posiblemente se quiera implicar a más hablantes y expertos que los que hayan podido participar en las deliberaciones. Es posible, además, que las y los constituyentes de los pueblos originarios (puesto que son hablantes también de castellano) prefieran concentrarse en asegurar que sus intereses queden reflejados en el texto castellano, el que, en definitiva, será el que se aplique a todo el país. Como segundo punto, es importante tratar también el tema de la interpretación. Es posible que las y los constituyentes de pueblos originarios planteen la legítima demanda, como ya lo han hecho Elisa Loncon y la machi Francisca Linconao, de que se brinde el servicio de interpretación en las deliberaciones. Por las pruebas que se han hecho, no parece posible poder prestar ese servicio con la normalidad que se conoce. No ha habido ocasión de hacer hasta ahora en mapudungun ningún intento de interpretación simultánea (con cabinas), que es el menos invasivo, y que se usa en las conferencias multilingües desde que se instauró a mediados del siglo XX. Actualmente, el servicio de facilitadores interculturales que se proporciona tanto en salud como en tribunales adopta la modalidad de interpretación tradicional, llamada de enlace o consecutiva, según la cual el o la intérprete interviene después del hablante u orador. Lógicamente, esta modalidad hace que se duplique el tiempo de habla, resulta agotadora para los intérpretes, y por lo tanto no es apta para largas jornadas de conferencia. De estas prácticas de interpretación y traducción hay memoria y documentos. La historia de las relaciones mapuche-hispana y mapuche-republicana está llena de referencias a los intérpretes (llamados también “lenguas” o “lenguaraces”). Fueron numerosas las personas que, por su bilingüismo y sus competencias de mediación, actuaron como intermediarios, informantes, guías y espías para ambos bandos en tiempos de guerra. También fueron necesarios para los misioneros, los jueces, los protectores de indígenas y toda la burocracia que la república instaló. Los longko viajaban a Santiago a entrevistarse con los presidentes acompañados de sus intérpretes. Sucedía entonces lo mismo que sucede hoy: que al más alto nivel de negociación, aunque las partes puedan entenderse en inglés, se piden intérpretes, porque la interpretación protege la soberanía lingüística de las partes, que es soberanía a secas. Con estos antecedentes en mente, en la Convención Constitucional el mapudungun también podría emplearse en circunstancias determinadas, con el servicio de interpretación al castellano, como se ha venido haciendo en circunstancias protocolares. Además de que es una práctica de la que hay múltiples ejemplos en la historiografía, contribuiría a la normalización que el proceso constituyente ha instaurado ya en los medios. Sería cuestión de determinar previamente cuáles serían estas circunstancias, por ejemplo: en la instauración de la Convención, en la ceremonia de entrega del documento, quizás al inicio de cada sesión. Para más fuerza, algunos de esos discursos podrían entregarse por escrito y en formato bilingüe de manera que se haga patente la presencia de la lengua, y tengan un documento que permanezca. La asimetría lingüística en que, por su historia colonial, se encuentran las lenguas habladas en Chile es la causante de que sea muy difícil atender en tan breve tiempo el legítimo reclamo de las y los constituyentes que son hablantes de ellas y que representan a colectivos importantes de hablantes. La demanda de traductores e intérpretes, además de ser una demanda de ejercicio de un derecho lingüístico, es una demanda de reconocimiento de la existencia y pre-existencia de estas lenguas en el territorio. Traducir e interpretar equivale a afirmar que hay diferencias no sólo lingüísticas, sino culturales, de formas de pensar y de construir, y que vale la pena el esfuerzo de negociarlas, sin que una lengua se considere superior a las otras por derecho de conquista; por eso la traducción y la interpretación son oficios que hay que mirar con respeto. Ojalá en el reglamento de la Convención Constitucional puedan establecerse formas de visibilizar y patentizar las lenguas de los pueblos originarios y se pueda aprovechar la experiencia interlingüística que significará el debate para consensuar un vocabulario y una fraseología que se tendrá que reflejar en todas las lenguas del país. Mientras tanto, las universidades y otros centros de formación deberían contribuir a consolidar y acreditar la experiencia que ya tienen los que actualmente trabajan como facilitadores interculturales en centros de salud, administración de justicia y otras instancias, y promover el aprendizaje de las lenguas y la formación en traducción e interpretación de nuevos profesionales. Artículo completo e imagen extraído de: https://www.eldesconcierto.cl/opinion/2021/06/28/traduccion-e-interpretacion-en-la-cc-demandas-legitimas-frente-a-una-realidad-insatisfactoria.html…
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Declaración de Estudiantes del DEI
NEII
12 July, 2021
Las y los estudiantes mapuche y no mapuche del Doctorado en Estudios Interculturales de la Universidad Católica de Temuco declaramos nuestro total repudio ante el actuar desproporcionado del Estado chileno y en específico de Carabineros de Chile, que culminó con el violento asesinato del weichafe Pablo Marchant Gutiérrez. Expresamos nuestras más sentidas condolencias a su familia y compartimos una vez más el dolor que el Estado de Chile ha infligido al Pueblo Nación Mapuche.Ante ello, manifestamos con profunda convicción que es imprescindible establecer un proceso de investigación forense que dé reales garantías tanto a la familia como al país de una acción objetiva. Para ello, proponemos considerar una comisión investigadora que integre a expertas y expertos mapuche representativos de la colectividad afectada y a observadoras y observadores de derechos humanos nacionales e internacionales. Pedimos que el actuar forense no se reduzca solo a los estudios de pruebas balísticas, sino que integre la denominada autopsia social y psicológica y al peritaje antropológico, con el fin de entender el hecho en su contexto, manteniendo una perspectiva plural y justa.Recordamos que el Estado desde su fundación, ha instalado la problemática del Wallmapu como “el conflicto mapuche” -anteriormente llamada “la cuestión de Arauco” o “la Pacificación de La Araucanía”, excluyéndose asimismo como actor protagonista de la violencia en el territorio y de cómo aquello ha intensificado la asimetría del contacto cultural en condiciones atentatorias contra los derechos existenciales básicos del Pueblo Nación Mapuche.Instamos a reconocer cómo la presión y avance de las forestales en Wallmapu -incompatible con la necesaria profundización democrática- ha generado un ecocidio en el territorio, afectando las fuentes de agua y con ello las condiciones de vida para los mapuche, sus familias y comunidades y en general para todos los seres vivientes del territorio; y cómo esta condición de concentración del poder político y económico, canalizada a través de diversos nexos de sujeción y dependencia con el Estado, genera quebranto y agresión constante. Es la negación de la autonomía y de las autoridades tradicionales propias lo que consignamos como el real “conflicto” y somos claros en señalar que no solo atañe al Pueblo Nación Mapuche, sino también a todas las primeras naciones del país y a la sociedad chilena en su conjunto. De esta forma, levantamos nuestra voz ante un modelo neoliberal extractivista que ha depredado no solo los recursos naturales, sino el territorio de quienes vivimos en el país y en Wallmapu. Invitamos a entender que esta relación patológica, que genera menoscabo hacia las primeras naciones, se ha naturalizado en diversos sectores sociales, generando círculos viciosos en que la violencia institucional genera resistencia y esta última, producto de la ignorancia, pareciera constituir la evidencia empírica de los estereotipos.Por ello, demandamos hoy la desmilitarización del territorio, de las ciudades y de las comunidades y el replanteamiento de la institución de Carabineros; entendiendo que la única forma de terminar con el sistema de dominación racista y colonial en Wallmapu exige que el Estado respete la autonomía del Pueblo Nación Mapuche, y que en el intertanto se replantee la metodología de abordaje de situaciones sociales complejas, que se abra a la posibilidad de un diálogo democrático, que termine con la práctica sistemática de la prisión política, y que se entienda asimismo como una parte del proceso de mediación y no como el árbitro que sanciona sin la aprobación de los afectados.Desde la memoria ancestral de los kuifikeche (los antiguos antepasados), quienes resistieron a los procesos de dominación incipientes de la colonización, llevando a los españoles a optar por el diálogo en condiciones de igualdad en encuentros como los Parlamentos o los Koyagtun, pedimos que el Estado de Chile reoriente su rol en favor de la sociedad, garantizando verdad y justicia, y que abandone su accionar oportunista y favorecedor de quienes hoy día ostentan el poder. DECLARACIÓN Puedes descargarlo aquí: https://drive.google.com/…/1v8wAQwBBJEoDBgJHfA5Axr…/view Domingo 11 de Julio de 2021…
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Colonias conectadas por una historia común y por un apellido
NEII
15 June, 2021
Por Gertrudis Payàs Michael D. Higgins es presidente de Irlanda. Tiene ochenta años. La casa de los Higgins es la misma de Ambrosio y de Bernardo. Es, pues, descendiente suyo. Ambrosio, que fue gobernador de Chile a fines del periodo colonial, y después virrey del Perú, tuvo con los mapuche una relación particular, que se puede entender en parte porque era irlandés y no inglés, pues habiendo sido su familia víctima del imperialismo británico en la era de Cromwell, era inevitable relacionar una situación con la otra. Europa tuvo sus colonias internas, y sus márgenes, con sus “indígenas” y “bárbaros”, y los mismos imperios que cruzaron océanos para ocupar territorios lejanos ejercitaron primero sus prácticas sobre esos márgenes internos, entre los que están Irlanda, y otras islas como Cerdeña, Córcega y las Canarias. En la situación actual chilena, me parece que puede hacernos bien leer las palabras que el presidente Higgins escribió pocos meses atrás con motivo de la conmemoración del centenario de la división de la isla. El artículo se titula “El imperio conformó el pasado de Irlanda. Un siglo después de la partición, todavía conforma nuestro presente” (Empire shaped Ireland’s past. A century after partition, it still shapes our present, The Guardian, 11 de febrero de 2021), y lo traduzco íntegro a continuación: Irlanda se encuentra en el proceso de recordar los acontecimientos que hace un siglo culminaron en la división de la isla. Seis de los nueve condados del Ulster quedaron en el Reino Unido y el resto de la isla optó por la autodeterminación y se convirtió en una república independiente. Como presidente de Irlanda me he implicado con nuestros ciudadanos en un ejercicio de memoria ética de ese periodo. No se trata solo de tratar de comprender mejor las complejidades de la época. Se trata también de que podamos reconocer las reverberaciones de ese pasado para nuestras sociedades de hoy y para nuestras relaciones entre nosotros y con nuestros vecinos. Una amnesia fingida respecto a los aspectos incómodos de nuestra historia compartida no nos ayudará a forjar un mejor futuro compartido. Los sucesos difíciles que recordamos y conmemoramos ahora son parte integrante del relato que ha configurado nuestras naciones, en toda su diversidad. Sin embargo, son sucesos que hay que recordar y comprender respetando el hecho de que existen perspectivas distintas. Si lo hacemos así, podemos facilitar una interpretación más auténtica no solo de nuestra historia compartida sino de las posibilidades post-sectarias que se abran para el futuro. Este viaje de memoria ética nos ha permitido examinar la naturaleza de la conmemoración misma y librarnos de la capacidad de la historia de crear obstáculos para un futuro compartido mejor. Ha implicado interrogarnos acerca de los sucesos y las fuerzas que configuraron la Irlanda de hace un siglo y el país que hoy conocemos. En el dominio imperial británico sobre Irlanda se imbricaron factores de clase, género, religión, lengua y democracia, cultura y violencia, que desempeñaron un papel importante. Es fundamental entender la naturaleza de la mentalidad imperialista británica de la época si queremos comprender la coexistencia histórica del apoyo al dominio británico sobre Irlanda, la resistencia activa y, en la mayoría de la población, la aceptación resignada. Aunque nuestras naciones se han transformado profundamente en este último siglo, creo que todos los que vivimos en estas islas podemos sacar algo bueno de enfrentar las sombras que proyecta nuestro pasado compartido. En esta tarea de conmemoración, memoria, olvido y perdón he tratado de establecer un discurso caracterizado por lo que el filósofo irlandés Richard Kearney llama “una hospitalidad de narrativas”, reconociendo que sobre un mismo acontecimiento puede haber, y hay perspectivas distintas y fundamentadas. La aceptación de este hecho puede liberarnos de la presión de tener que encontrar o suscribir una única narrativa singular del pasado. En años anteriores me propuse hacerlo planteando temas que habían sido soslayados en el discurso público o en la historiografía: los irlandeses en la primera guerra mundial, las luchas sindicales y el sufrimiento y los logros de las activistas en favor del voto de la mujer, o de las personas que sufrieron exclusión por su clase social. Hace poco expuse con el título de Machnamh 100 una serie de reflexiones sobre el periodo 1920-1923, que abarcan la guerra de independencia, la guerra civil y la división. “Machnamh” es una palabra que en irlandés significa reflexión, contemplación, meditación y pensamiento. El próximo seminario, que tendrá lugar el 25 de febrero, tratará de las motivaciones y prácticas del imperialismo y de la resistencia, y de cómo estas reaccionaron ante las nuevas circunstancias locales y globales. Pensando en ello, me sorprende la falta de interés de los académicos y también de la prensa por elaborar una crítica del imperio y el imperialismo. Se ha sido más abierto a criticar y discutir sobre el nacionalismo. Claro que ha sido fundamental para nosotros en Irlanda criticar el nacionalismo, pero hay que hacer lo mismo con el imperialismo, pues su significado trasciende por mucho las relaciones británico-irlandesas. Puede resultar útil estudiar la relación de lo que se ha denominado –no sin oposición- la Ilustración Europea dentro del proyecto de expansión imperial para comprender de qué maneras el disfraz de la modernidad ha sido empleado para la supresión de culturas, para la explotación económica, el despojo y la dominación. Así podemos explicarnos esa reticencia de las antiguas potencias imperiales a enfrentar hoy su pasado imperialista con los descendientes de aquellos que fueron colonizados, muchos de los cuales viven todavía con el complejo legado de ese colonialismo. Mientras reflexiono acerca de los instintos de aquellos que defendieron el imperialismo, veo claramente lo eficaz que pudo ser la herramienta de una supuesta “modernidad progresista”. A los destinatarios y víctimas del aventurismo imperialista les fue negada toda posibilidad de ejercer agencia cultural, se les creyó incapaces para ello, y se les hizo responsables de la violencia hacia las potencias “modernizadoras” que iban dirigidas a ellos. Desde la perspectiva de la mentalidad imperialista británica de la época, las actitudes hacia los irlandeses, por ejemplo, nunca fueron, ni podían ser, actitudes hacia un pueblo igual, de otra cultura, que se pudiera considerar fiable en una interacción civilizada entre iguales. Desde la perspectiva de los irlandeses, que tenían una lengua, un sistema social y jurídico, y una rica tradición monástica que aportar al mundo, era necesario resistir. Unos resistieron intensificando la actividad cultural, literaria, poética, en música y canción; otros resistieron por la vía parlamentaria. Los colectivos de emigrantes en Estados Unidos hicieron presión política. En otros casos, los irlandeses usaron la violencia abierta o encubierta. La mayoría, sin embargo, hizo lo que las circunstancias permitieron: migrar cuando se pudo, o sobrevivir dentro del imperio, con un rencor generalizado, aunque reprimido, por las humillaciones experimentadas o recordadas. Tanto imperialistas como dominados desarrollaron estrategias de adaptación. En Gran Bretaña, la experiencia imperialista se transmitía por la vía de la clase social. Quizás el esplendor asociado a la pertenencia a un imperio global podía desviar la atención de los problemas del clasismo, la injusticia social o un sistema económico de explotación. Pero las luchas anti-imperialistas no estaban libres de rasgos imperiales. También en ellas faltó a veces una conciencia de explotación de clase. En su meollo mismo, el imperialismo implica enunciar una serie de supuestos que se invocan para justificar sus pretensiones y prácticas, entre ellas la de su violencia inherente. Uno de esos supuestos es el de la superioridad cultural, que está siempre presente en los proyectos imperialistas. Obligar a los subyugados, como el Otro dominado, a aceptar la inferioridad de su cultura es el reverso de la misma medalla. Las injusticias perpetradas en nombre del imperialismo, y en nombre de la resistencia a él, tuvieron a menudo efectos brutales, y dejaron amargos residuos de dolor y resentimiento, que se trasmitieron a veces generación tras generación y quedaron al servicio de quienes estuvieran dispuestos a reavivar agravios heredados. Con esta reflexión no trato de ofrecer un conjunto de racionalizaciones de signo opuesto para distintos tipos de violencia. Trato, eso sí, de comprender los contextos en que se produjeron.Lo que se gana con ello es reconectar instinto moral y política pública: una autenticidad que anhelamos tantos ciudadanos y ciudadanas en este planeta compartido y vulnerable. (Michael Higgins) Temuco, 12 de junio de 2021….
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El abrazo de Temucuicui: ¿(im) posibilidades de un diálogo intercultural?
NEII
2 February, 2021
Por Gertrudis Payàs – Pablo Mariman – Fabien Le BonniecNúcleo de Investigación en Estudios Interétnicos e Interculturales Fuente : Interferencia.cl – Foto de Cote Correa. Es imposible mantener silencio ante la situación que experimentó la región tras el descomunal operativo policial sobre comunidades mapuche del pasado 7 de enero, que sacudió al conjunto del Wallmapu en una fecha conmemorativa del parlamento de Tapiwe de 1825. Como otros grupos e individuos que han opinado en estos días, denunciamos la política de seguridad del estado, que con y sin pretexto, ha incrementado y endurecido sus acciones en la Araucanía, denunciamos las irregularidades en los procedimientos y la violencia ejercida, denunciamos la escandalosa discrepancia en el trato que las fuerzas del orden dan a la población según su clase social, color de piel o lugar en que viven, y de la que son víctimas en nuestra región las personas de origen mapuche. Denunciamos, finalmente, el racismo que hace que se persiga a toda una familia, una comunidad y, en consecuencia, a un pueblo, con la excusa de la persecución de un delito que no alcanza la magnitud de otros lugares del país. Como académicas/os responsables del estudio y la enseñanza de temas relativos a las relaciones interculturales, y comprometidos en la defensa de los derechos humanos, queremos, además, contribuir a la discusión que se está dando en algunos medios de comunicación haciendo hincapié en otros aspectos, que creemos están haciendo más frágiles las posibilidades de un diálogo intercultural en la región: 1.La persistencia del clasismo bajo estructuras socio-raciales. En Temuco, como en el resto del país, dirán, no hay más que ver la gestión urbana en materia de pavimentación, la calidad dispar de veredas y servicios según los barrios, las ínfimas infraestructuras que se dan a los mercados ambulantes, ferias y terminales de autobuses, en comparación con los malls y aeropuertos, y la planeación de las comunicaciones, sometida al imperativo del número de usuarios, que no atiende las necesidades de transporte de las zonas rurales, que en nuestra región son mayormente mapuches. Promovida por un modelo exitista, en el que priman el consumo y la acumulación, la brecha económica entre clases sociales se profundizará sin duda con la crisis actual. Al normalizarse la precarización del trabajo, también lo hará la disparidad entre quienes pueden conservar sus empleos y quienes quedarán en la inestabilidad laboral y se verán obligados a reducir sus expectativas de bienestar. En una sociedad clasista, segregada en tantos ámbitos, en la que celebra el éxito y se denigra la pobreza, el mundo indígena, culturalmente distinto pero subalternizado como las clases populares por el estado, experimenta la misma exclusión. En ella los mapuche son socialmente racializados y étnicamente inferiorizados, como puede verse en la calle y se ha comprobado en las escuelas. La conciencia de pertenecer a una ciudadanía de segunda o de tercera es un impedimento grave para cualquier intento de diálogo. 2.La desmemoria y su efecto en el discurso. En Temuco desaparecen día a día pedazos de barrios; las casitas sencillas de madera, testimonios de la ciudad originaria, se encuentran hoy sobre terrenos cuyos precios son inalcanzables para la misma gente que las habitaba, que termina vendiendo. En su lugar se alzan edificios, y las personas ancianas desaparecen de las calles. Se borran así del paisaje las casas y la historia de la ciudad, la memoria de justicias e injusticias, como se borran extensiones de bosque, ríos y esteros, reemplazados por la sequía y el monocultivo. La historia desaparece del curriculum escolar. Se corta la transmisión de memoria. La narrativa del presente se construye a espaldas de ellas. Hablan los medios como si nacieran en este presente, obligados a explicarlo en los tiempos que el mercado impone. No hay tiempo de matizar, de sopesar, de debatir. Es el tiempo de la declaración, el dato, la cifra, el enunciado que solo puede ser verdad o mentira, la respuesta que simplifica los problemas. No hay tiempo para la historia, la historia que relativiza el presente y lo pone en entredicho. En este contexto nace el discurso público sobre la seguridad ciudadana y la delincuencia, un discurso que pretende paliar el miedo y la ansiedad del presente pero que crea al mismo tiempo más miedo y ansiedad, y que dota de poderes extraordinarios a los que se consideran dueños del uso legítimo de la fuerza. Repercute así en la formación de las policías (civiles y uniformadas) y los estamentos militares, cuya actuación beligerante ignora las realidades sociales, históricas, culturales y políticas de las comunidades donde intervienen. Vemos cómo se van reproduciendo bajo diversas modalidades las representaciones dicotómicas en los discursos políticos y mediáticos, que distinguen entre mapuche pacíficos y mapuche violentos, que propician la idea de la existencia de “enemigos internos”, y de territorios y poblaciones que hay que “pacificar”. El constructo de “narcoterrorismo étnico” que hoy emplean para estigmatizar, con toda seguridad mañana complejizará y polarizará aún más las relaciones sociales en la región, además de contribuir a la justificación de acciones violentas por parte no sólo de agentes del estado sino también de grupos de civiles. 3.Los efectos transgeneracionales de la violencia física y simbólica. Las violencias que los agentes de la policía ejercen sobre hombres, pero en particular sobre mujeres y niños mapuche, y que hemos visto en estos últimos años en imágenes y filmaciones reproducidas ampliamente por las redes sociales, no desaparecerán de la memoria de las víctimas y de su entorno familiar. Todavía está en el recuerdo de las comunidades la violencia con que fueron despojados hace más de cien años de sus territorios, al igual que se transmite a las generaciones sucesivas la represión de la dictadura. Esto nos habla de traumas transgeneracionales no atendidos ni superados, que reproducen animadversión y desconfianza. El odio que hoy se siembra con la actuación desproporcionada de las policías tendrá como consecuencia la suspicacia e incredulidad con que se recibirán mañana las ofertas de diálogo esporádicas que los gobiernos hacen. Mesas de diálogo y comisiones especiales se han sucedido así sin que se logre ningún avance, pues no se habían construido las confianzas: un modelo que parece agotarse antes de haberse podido poner en práctica realmente. Se invocan los parlamentos, las cumbres de la diplomacia indígena-hispana, pero se olvida que de un parlamento a otro se celebraban muchas reuniones parciales y que eran también muchos los implicados en el esfuerzo de mediación. Cada allanamiento injustificado, cada violencia sobre la población civil mapuche aniquila o hace retroceder cualquier intento de diálogo. Lo sucedido después del 7 de enero muestra de forma ejemplar las posibilidades e imposibilidades de diálogo. Transcurrido semanas desde el allanamiento en Temucuicui, un manto de silencio institucional ha cubierto la noticia. Una vez terminado el operativo, se retiraron los efectivos y los vehículos llevando consigo al subinspector Luis Morales Balcázar, que murió víctima de un disparo de origen no dilucidado. Circularon extrañamente pocas imágenes del operativo. Como si las decenas de vehículos y los batallones de cientos de individuos movilizados desde todo el país hubieran sido una fantasía, una aparición tragada después por la tierra. De no haber sido por los pocos videos registrados por algunas personas de las comunidades, casi dudaríamos de su magnitud. Pero el operativo fue anunciado ese mismo día, y el Director de la PDI, convocado unos días después ante comisiones parlamentarias, no dudó en justificar el procedimiento policial, afirmando la existencia de un crimen organizado con alto poder de fuego. Cierta prensa hizo eco, llamando narcoterrorismo étnico al enemigo designado. Sobre las circunstancias de la muerte del funcionario, nada. Después, ni una palabra más del lado institucional. Pero las comunidades no callaron. Convocaron a una reunión de emergencia, un Lef trawün, que duró dos días. Con todo el protocolo y siguiendo el ritual de levantar las ramadas (cuni) y prever comida para todos los asistentes, el primer día tuvo como principal acontecimiento el encuentro entre las dos familias que habían perdido a un hijo: la mapuche y la huinca. Las reacciones en las redes sociales a los videos e imágenes del encuentro fueron unánimes en destacar la importancia del gesto y su enorme poder simbólico. Un sencillo acercamiento humano, un mirarse y reconocerse en el dolor y en la pérdida, y las barreras cedían (¿qué discretas mediaciones fueron necesarias para llegar a esto?). Después, y sólo después, el gnen trawun, el abuelo de Camilo Catrillanca y lonko del lugar, y otras autoridades del lado mapuche se expresaron políticamente, y también lo hizo la familia Morales Balcázar. La invocación reiterada a los parlamentos que hacen estas comunidades y el conjunto del movimiento mapuche, tiene así sentido: toda entente empieza por gestos humanos, emerge de un reconocimiento de que la violencia no es el camino, que las familias, las madres, los padres y los hijos son los que ponen el sacrificio de vidas. Son muchas las veces en las actas de los parlamentos coloniales en que se habla del dolor de las mujeres, sin distinción de bandos. Las mujeres y los hijos fueron argumentos que empujaron a las partes a sentarse a parlamentar. Después venían otros temas, otras negociaciones. Hoy, como entonces, si no se han establecido las confianzas y no se ha afirmado el diálogo sobre el ritual del encuentro entre culturas y la escucha sin interrupción de las familias, parece poco probable que las negociaciones prosperen. Agobiados bajo el peso de lo coyuntural, nos es difícil situar las posibilidades e imposibilidades de lo que llamamos un diálogo intercultural, y contribuir a la construcción de una convivencia no sobre una tabla rasa del pasado sino sobre un conocimiento y respeto por la historia y una clara visión de las condiciones de un presente determinado, cuyas demandas de transformación cruzan la sociedad mayoritaria, en un contexto de pandemia y de crisis global. Es preciso, sin embargo, y en eso las académicas y los académicos que nos dedicamos al estudio de las relaciones interculturales tenemos ciertamente una responsabilidad en profundizar el conocimiento de las causas y condiciones pasadas y presentes de estas relaciones y ponernos a disposición de quienes quieran emprender con ojos desprejuiciados y colaborativamente, los caminos de ese diálogo descolonizador. La organización del Lef trawün no solo evidencia la capacidad de respuesta a los conflictos dentro de la propia tradición política mapuche, y de convocación de gran número de comunidades y dirigentes mapuche, sino también de tejer relaciones con diversos actores de la sociedad chilena. Las propuestas surgidas de esta instancia colectiva están ancladas en las diversas experiencias presentes y pasadas de resistencia de las comunidades y organizaciones que participaron. En este sentido los discursos vertidos durante estos días y sus conclusiones constituyen, tal como lo define Boaventura de Sousa Santos, “epistemologías del sur” que es pertinente realzar y validar desde una academia “fronteriza” como la nuestra, para poder así aportar a las demandas y luchas que llevan estas comunidades y organizaciones. Ya en 1605 el jesuita Luis de Valdivia informaba a las autoridades españolas que los mapuche tenían costumbre de organizarse “para las cosas de paz y de guerra”, precisando que “a sus juntas llaman coyagtun, que es como en Francia el Parlamento”. También estas tradiciones e instituciones políticas mapuche habían llamado la atención de Alonso de Ercilla, varias décadas antes. Los liderazgos mapuche en distintas épocas y en el presente han tenido claro sus ámbitos de gobernabilidad y territorios. No es de extrañar, entonces, que lo que podemos llamar con toda propiedad “el abrazo de Temucuicui” entronque con esta tradición política, como también la propuesta de las comunidades de crear un sistema de vigilancia propio. ¿Colaboraremos nosotros en instalar en el discurso público una nueva comprensión de la situación en la Araucanía, como en resto del Wallmapu, una interpretación de estos signos que obligue a un cambio de rumbo? He aquí lo que nos debe preocupar. Para la importancia del derecho a la memoria como derecho humano, véase Bernard Zumthor, “Patrimoine et démocratie”. NIKE Bulletin, 6, 2017, pp. 24-27, consultado en https://www.nike-kulturerbe.ch/fileadmin/user_upload/Bulletin/2017/6_2017/Zumthor.pdf Patrick Boucheron, Ce que peut l’histoire. Paris, Collège de France, col. “Leçons inaugurales du Collège de France” 259, 2016. Consultado en https://www.college-de-france.fr/site/patrick-boucheron/inaugural-lecture-2015-12-17-18h00.htm Centro de Investigación y Defensa Sur, “Crímenes y montaje como política indígena: El Caso Huracán, el Comando Jungla y los efectos en niños, niñas y adolescentes Mapuche”, en: Anuario del Conflicto Social, 2019, págs. 47-48. Ruth Vargas, Pewmas / Sueños de Justicia. Lonkos y dirigentes mapuche versus Chile en la Corte Interamericana. Lom ediciones, Santiago de Chile, 2017 Payàs, G. “¿Qué hacen las mujeres en los parlamentos hispano-mapuches? en Yéssica González (ed.) Mujeres: memorias y olvidos en los márgenes. Chile y América, siglos XVII-XXI. Temuco, Ediciones Universidad de la Frontera,2020, pp. 153-168. Véase protocolos de resolución de conflictos en el mundo mapuche en Jesús Antona Burgos, Los derechos humanos de los pueblos indígenas. El Az Mapu y el caso mapuche, Temuco, Ediciones UCT, 2014, p. 116. También consúltese AZMAPU. Una aproximación al Sistema Normativo Mapuche desde el Rakizuam y el Derecho Propio. INDH, 2016 de Miguel Melin; Patricio Coliqueo; Elsy Curihuinca; Manuela Royo. Una Declaración, con el titulo “Fin a la invasión y violencia estatal chilena, afirmación de nuestros derechos colectivos, la soberanía territorial y la autodeterminación Mapuche” ha sido difundida en las redes sociales y los medios de comunicación alternativos a pena había terminado el encuentro: https://observatorio.cl/comunicado-lef-trawun-en-temucuicui/ De Souza Santos, B, Una epistemología del Sur, México, S. XXI, 2009.. “Memoria de como se han de entender las provisiones de los indios de Chile y algunos tratos particulares que entre ellos tienen….”, Paces de Concepción, Paicavi, Lebu, Arauco, Santa Fe, Yumbel y Rere. En Payàs, G. Los parlamentos hispano-mapuches 1593-1803. Textos Fundamentales. Versión para la lectura actual, DIBAM-CDBA- UCT, 2018, p. 65. Ver, entre otros, Jorge Pavez, Cartas Mapuche: siglo XIX. CoLibris & Ocho Libros, Santiago, 2008…
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Derechos Lingüísticos en el debate constituyente
NEII
25 January, 2021
Por Elisa Loncón y Gertrudis Payàs Columna de opinión, publicada en el medio El Desconcierto, 22 de enero de 2021 Según la ONU en el mundo existen 7 mil idiomas, de los cuales 2.680 están el peligro de desaparecer. En Chile, todas las lenguas indígenas están en riesgo de desaparecer debido a la ausencia de políticas que incentiven su uso público, y a la falta de valoración social, además del racismo y la discriminación sufridos por los pueblos que las hablan. La lengua propia o primera lengua es el principal vehículo de comunicación y de expresión con el que cuentan los hablantes, en especial cuando quieren profundizar en los significados, valores y visión de mundo de sus respectivas comunidades lingüísticas. Su uso se vuelve mucho más necesario en contextos de bilingüismo no equilibrado (es decir, cuando una lengua predomina sobre la otra), sobre todo si se trata de hablantes mayores que desempeñan roles tradicionales en su cultura y lengua propias, y para quienes la otra lengua es impuesta y les impide expresarse libremente. La reciente entrevista a la machi Francisca Linconao en el programa de televisión Mentiras Verdaderas fue un claro ejemplo de cómo se ejerce la imposición de una lengua dominante. Dejando de lado el hecho de que la conexión de internet de la machi no era buena, que el periodista no se informó como debía acerca de su entrevistada, que no hacía ningún esfuerzo por darse a entender, que traía sus comentarios y preguntas redactados (hasta con citas de políticos); dejando de lado estos aspectos, que merecerían discusión, lo que queremos recalcar aquí es el hecho de la notoria asimetría lingüística. Entre el periodista y la machi no se pudo dar diálogo; el periodista hablaba más de la cuenta, incómodo por los silencios de la machi, y era evidente en ella el esfuerzo por oír y entender lo que se le preguntaba en medio de la avalancha de palabras, a veces muy técnicas, pronunciadas rápidamente. El desconocimiento de las lenguas o registros de habla de ambos hizo muy patente la diferencia en el vocabulario y en las construcciones de las frases: el periodista no sabía mapuzugun, y la machi no conocía suficientemente el estilo discursivo empleado por el entrevistador. El hecho entorpeció la comunicación, limitó la libre expresión de la machi y, por lo tanto, la posibilidad de explicar su propuesta constituyente.En la cultura mapuche, la machi es una autoridad, conocedora del sistema de salud mapuche y de la filosofía de su pueblo; es una persona sabia y una guía espiritual. Además de esto, la machi Francisca Linconao tiene como lengua propia el mapuzugun, y tiene el derecho de expresarse en su lengua. Si el conductor del programa lo hubiese reconocido, y hubiera actuado en consecuencia, se podría haber instalado una buena discusión respecto a la nueva constitución y al papel que podrían desempeñar los conocimientos y valores mapuche en la definición del mandato constituyente. No fue así, y se perdió esa posibilidad por la falta de lengua común entre ambos.Por eso, al planificar la realización de una entrevista a personas del rango de una machi, o de cualquier hablante de una lengua indígena, con anfitriones genuinamente interesados en esa conversación, estos tienen el deber de facilitar la libre expresión, para lo cual, en vista de que no conocen la lengua de la persona entrevistada, deben disponer de un intérprete. Además de facilitar la comunicación, el servicio de traducción oral, o interpretación, garantiza los derechos lingüísticos al hablante y, de esta forma, contribuye a instalar en los medios de comunicación el respeto a las lenguas originarias, sobre todo si se trata de un medio tan importante como la televisión. En condiciones de bilingüismo, es fundamental contar con la presencia de intérpretes en lenguas indígenas para ejercer los derechos humanos, para el acceso a la justicia, la medicina, al comercio y para la comunicación pública en contextos pluriculturales.¿Cómo hubiera sido la interacción en esa entrevista de haber habido un intérprete capaz de transmitir a los dos participantes sus respectivas preguntas y respuestas? Por lo pronto, ambos hubieran podido descansar en un tercero el sentido, las palabras y las intenciones. Ninguno hubiera tenido que moverse de su propia competencia lingüística. Podrían haberse concentrado en expresarse como quisieran en su lengua, y no verse obligados a adecuar sus palabras para ser comprendidos. Ese intérprete hubiera resguardado así la identidad y soberanía lingüística de ambos. De paso, los televidentes hubieran constatado que existen diferencias, y que estas son dignas de respeto y protección.La justicia lingüística y la justicia sociolingüística son conceptos que se están difundiendo en las sociedades plurilingües para referirse precisamente a lo que estamos viendo en este sencillo ejemplo de diez minutos de conversación fallida. Implican, de parte de quienes tienen el castellano como lengua materna, considerar que las minorías lingüísticas suelen ser grupos también marginados o minorizados: indígenas y migrantes, que cuando abren la boca en una oficina pública, en un banco o en una tienda, ya son tratados de otra manera. Las nociones de justicia lingüística y sociolingüística implican también darnos cuenta de que la hegemonía lingüística es hegemonía a secas y, por lo tanto, que si logramos una relación lingüística justa, en la que ninguna lengua avasalle a la otra, también estamos logrando justicia social. Interesarse por saber la lengua del otro minorizado y usar intérprete son las dos formas de establecer esta justicia.En la relación histórica entre el mapuzugun y el castellano la interpretación ocupa un lugar importante. Sin que por ello neguemos la catástrofe de la conquista y la imposición de una cultura extranjera sobre la indígena, es preciso recordar la extraordinaria historia de la diplomacia hispano-mapuche que tuvo en los parlamentos su mayor expresión. 250 años de relaciones pactadas por medio de unos 50 grandes tratados negociados por medio de intérpretes y otros mediadores, como fueron los llamados funcionarios de amigos. Pero no fueron solo esas grandes asambleas en las que las partes se dirigían una a la otra por medio del intérprete, sino todo un esfuerzo de mediación lingüístico-cultural que se llevó a cabo pese a los conflictos, y que mantuvo a la sociedad mapuche y la española de la frontera separadas políticamente pero, a la vez, unidas por intereses comunes (el comercio, el intercambio de rehenes, la protección ante enemigos comunes). Y ya en República, también fueron cientos los intérpretes y mediadores que sirvieron en todas las tratativas entre el Estado y los mapuche, tanto en las guerras como en las cesiones territoriales, en las audiencias del Protectorado de Indígenas, la Comisión Radicadora y los Juzgados de Letras, y también acompañando a longkos a Santiago o a Buenos Aires a entrevistarse con los presidentes de turno. Las autoridades mapuche hicieron uso de los intérpretes para compensar la asimetría política y de esta manera también protegieron su lengua de la asimilación. Hasta el día de hoy, en los hospitales y en los tribunales, estos son los que conocemos con el nombre de facilitadores interculturales, cuya presencia se originó a partir de las garantías lingüísticas contempladas en el actual Código Procesal Penal, el que señala que «(…) quienes no pudieren hablar o no lo supieren hacer en el idioma castellano, intervendrán por escrito o por medio de intérpretes» (Ley Nº 19.696, 2000, art. 291, inc. 3º). Los mapuche tienen su lengua, y esta lengua tiene el derecho de existir. El Estado, y con mayor razón los medios de comunicación, son también responsables de su protección y difusión. Así lo dice el Convenio 169 de la OIT cuando señala que los gobiernos “deberán adoptar medidas acordes a las tradiciones y culturas de los pueblos interesados, a fin de darles a conocer sus derechos y obligaciones”, para lo cual “deberá recurrirse, si fuere necesario, a traducciones escritas y a la utilización de los medios de comunicación de masas en las lenguas de dichos pueblos” (Decreto Ley Nº 236, 2008). Según la ONU en el mundo existen 7 mil idiomas, de los cuales 2.680 están el peligro de desaparecer. En Chile, todas las lenguas indígenas están en riesgo de desaparecer debido a la ausencia de políticas que incentiven su uso público, y a la falta de valoración social, además del racismo y la discriminación sufridos por los pueblos que las hablan. Sin embargo, hay resistencia lingüística en las naciones originarias, hablar la lengua es un acto político porque la lengua es política, defenderla es defender es defender la tierra, la dignidad, la memoria, todo está codificado en la lengua propia . En el contexto de la nueva constitución es importante la demanda por las lenguas originarias, pues exige que el Estado debe volverse diverso, plurilingüe e intercultural; no son las comunidades indígenas las que deben ser interculturales, pues ya lo son, sino las instituciones del Estado que hoy practican el colonialismo interno. Por otro lado, los medios de comunicación no pueden seguir haciendo apología de la diversidad y, al mismo tiempo, estar impulsando el monolingüismo, imponiendo el español a las personas hablantes de mapuzugun. Todas las instituciones deben garantizar que las personas hablantes de lenguas indígenas tengan derecho a intérpretes para su comunicación en los medios públicos, respetando así el derecho a la expresión libre e informada. Agradecemos también a Belén Villena por colaborar en la elaboración de esta columna. Elisa Loncon y Gertrudis PayasElisa Loncon es profesora de inglés, magíster en Lingüística, PhD. en Humanidades y doctora en Literatura. Gertrudis Payas es traductora e intérprete español-francés-inglés, doctora en Estudios de Traducción, profesora e investigadora de la Universidad Católica de Temuco. https://www.eldesconcierto.cl/opinion/2021/01/22/derechos-linguisticos-en-el-debate-constituyente.html?fbclid=IwAR09V_LJMC6J-5IbvY6ch0wciZyPdxm8zEycKLLHoYoZvwe79pf8pWdSXEY…
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Solicitud a las autoridades nacionales de Chile y regionales de la Araucanía y Bío Bío
NEII
5 August, 2020
En nuestra condición de autoridades y académicos de la Universidad Católica de Temuco, estamos asistiendo una vez más con profunda preocupación a una escena que se ha repetido en el pasado reciente: la huelga de hambre de presos mapuche en las cárceles de la Araucanía y Bio Bio, hombres y mujeres que no tienen otro modo de comunicar la situación en que se encuentran, sino poniendo en peligro sus vidas. Entendemos que esta es una de las más radicales formas en que la violencia se manifiesta: auto-violentar el propio cuerpo como espacio vital. El impase que se ha creado por la falta de una solución negociada ha llevado a los acontecimientos lamentables de este último fin de semana, en que hombres, mujeres y niños familiares de los huelguistas han ocupado instalaciones municipales para llamar la atención de las autoridades, lo que ha instigado y puesto a la luz pública el racismo de una parte de la población contra los mapuche. Vivimos en un territorio donde la violencia se ha convertido en el más significativo y gravitante mecanismo de interacción entre los distintos actores que en desigual condición de poder lo habitan. Constatamos como la violencia en sus distintas expresiones, -económica, institucional, ecológica y cultural-, se ha constituido lamentablemente, en la clave fundamental para entender nuestra presente y futura dinámica sociocultural. El protagonismo de la violencia no es gratuito, nos remite como causa necesaria a una crisis que durante demasiado tiempo no se ha resuelto: la permanente vulneración de los derechos hacia los pueblos indígenas. A estas alturas, es evidente que una convivencia no violenta sólo será posible en la medida en que se genere un sentimiento de justicia entre los distintos actores y la confianza en que la institucionalidad les tratará de manera justa. Sin embargo, el Wallmapu hoy día es paradigma del fracaso de la convivencia, de la confianza social y de la gobernanza. Los sucesivos y reiterados análisis y diagnósticos están hechos y son claros y contundentes, y varios son los documentos e informes solicitados desde el retorno de la democracia para atender el problema de raíz histórica que afecta a nuestras regiones, con sus secuelas de segregación social, pobreza y violencia. El más reciente fue el documento elaborado por la Comisión Presidencial designada por la Presidenta Michelle Bachelet y entregada en el Palacio de la Moneda, en Santiago, el 23 de enero de 2017, que abordó distintas materias destinadas a lograr la paz en la región. Asimismo, existen numerosos instrumentos internacionales que garantizan una serie de derechos a los pueblos indígenas del mundo, instrumentos en su mayoría ratificados por el Estado chileno (Convenio 169 de la OIT, 1989. Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, ONU 2007) y que podrían colaborar en descomprimir la situación en cuanto se ejerzan debidamente. Sin embargo, los avances no han sido los esperados, y en medio de la pandemia y la crisis sociopolítica que afectan al país, hemos escuchado llamados a profundizar la militarización de la región desde el propio gobierno, lo que nos retrotrae al escenario del siglo XIX, en que fueron las armas las que impusieron la razón sobre este territorio. Muchas han sido las voces en el país que han advertido que la situación de los presos mapuche debía ser atendida con urgencia y sentido social, por el potencial de conflicto que entraña. Por nuestra parte, como Institución vinculada a una Iglesia que lucha por la dignidad de las personas, contra el racismo, por la justicia y el derecho a la vida, y comprometida, desde su misión, a responder a las problemáticas regionales, pedimos a las autoridades nacionales y regionales satisfacer las demandas de los presos mapuche a fin de evitar desenlaces fatales y procurar por todos los medios posibles una relación más armónica con quienes se han sentido siempre discriminados, empobrecidos e invadidos por el Estado. Abogamos por la aplicación del Convenio 169 de la OIT para la situación de todos los presos mapuche, y en particular por el derecho del Machi Celestino Córdova de asistir a su Rewe para cumplir con sus deberes de autoridad religiosa en su lof mapu o espacio territorial. Una medida de este tipo contribuirá a la recuperación de su salud y al restablecimiento de las confianzas, base necesaria para poder empezar a pensar en un Wallmapu sin racismo, justo y en paz. José Quidel – Cátedra Fray Bartolomé de las Casas Jorge Pinto y Gabriel Llanquinao – Instituto Ta iñ Pewam Gertrudis Payàs y Fabien le Bonniec – Núcleo de Investigación en Estudios Interétnicos e Interculturales Ricardo Salas – Doctorado en Estudios Interculturales Mario Samaniego – Magister en Estudios Interculturales…
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Declaración pública sobre el caso hortaliceras en el centro de Temuco
NEII
2 September, 2019
Núcleo de Estudios Interétnicos e Interculturales (NEII) Universidad Católica de Temuco Las académicas y académicos del Núcleo de Estudios Interculturales e Interétnicos de la Universidad Católica de Temuco manifestamos nuestra preocupación y repudio a las prácticas de hostilización generalizada y detención arbitraria de las personas que ejercen el comercio en las calles de Temuco, en particular de las vendedoras mapuche. Si ya es indignante ver el trato que reciben los ciudadanos y ciudadanas cuando se manifiestan pacíficamente por las calles, resultan incomprensibles, insensatas e injustas la saña que se emplea contra estas trabajadoras y la indiferencia con que son consideradas. ¿Cómo pretender que luego se sienten a dialogar? ¿Cómo creer entonces en las buenas intenciones de las autoridades? Estas acciones empañan cualquier intento de solución e imprimen en la memoria de estas personas y familias una imagen de violencia y discriminación. Las académicas y académicos del NEII-UCT, que, por el estudio de la historia y la memoria local, conocemos el origen y desarrollo de los males de la región, instamos a detener estos procedimientos y buscar una solución satisfactoria y duradera en el marco del reconocimiento de los derechos humanos, de los derechos indígenas y del derecho al trabajo, en particular, que protegen y garantizan la dignidad humana. Las imágenes y situaciones vergonzosas que hemos presenciado estas últimas semanas, a las que los medios han dado amplia difusión, demuestran el desconocimiento por parte de las autoridades locales del problema de fondo en relación al comercio de productos del campo mapuche, su historia y orígenes, y la discriminación de la cual son víctimas las vendedoras mapuche de hortalizas y verduras. La construcción de una convivencia intercultural en la región y en nuestra ciudad no puede estar sometida a una política de criminalización y de represión hacia quienes ejercen, para sustentar sus familias, el comercio ambulante. En este sentido y como lo han manifestado organizaciones de derechos humanos de la región, “se trata de una política pública que solo ha generado la criminalización del comercio informal y quienes lo ejercen, cuando se trata de una actividad legal y avalada por el derecho humano al trabajo consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Finalmente, como ciudadanos y ciudadanas de esta región, señalamos que estamos dispuestos a promover y colaborar en instancias de discusión y diálogo con las partes interesadas para encontrar soluciones equitativas, justas y duraderas. Temuco, a 2 de septiembre de 2019…
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No se puede decir que se busca la paz y al mismo tiempo amenazar con las armas. Por un convivencia intercultural verdadera
NEII
30 November, 2018
Antes del término del año 2018 han ocurrido una serie de acontecimientos muy importantes en el sur del país; particularmente, en el plano político-judicial. A este respecto, cabe mencionar el revuelo de la Operación Huracán; el desarrollo del juicio Luchsinger-Mackay, bajo una fuerte presión política; la reapertura de la investigación de la muerte de Alex Lemún, tras un acuerdo de cumplimiento de las recomendaciones realizadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y el ambicioso plan que impulsa hoy el actual Gobierno para consolidar el desarrollo de la Región, plan que ha sido impugnado por buena parte de la sociedad mapuche, cuyos intereses pretende atender. Ayer se ha agregado otro doloroso hecho de violencia. Como si hubiesen sido premonitorias las amenazas proferidas hace pocos días por un empresario armado en contra de una comunidad mapuche en plena ceremonia tradicional a la orilla del lago Calafquén; cayó víctima de una de las balas disparadas por la unidad de la fuerza especial de Carabineros de Chile -conocida con el vergonzoso nombre de Comando “Jungla”-, un joven mapuche del Lof de Temucuicui, Camilo Catrillanca, en medio de un muy cuestionable operativo. Las explicaciones que han dado los personeros del gobierno y de carabineros llegan tarde y no son creíbles. Todo esto ocurre en el contexto del mal llamado “conflicto mapuche”, que no es de los mapuche, sino de un Estado y de sectores de la sociedad chilena que no han sabido dar respuesta a un problema de convivencia suscitado por una historia de usurpación y confiscación territorial y de marginación que se ha hecho endémica. Tal como lo indica el informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos, sigue predominando el prejuicio y la discriminación contra los pueblos originarios, en especial contra el mapuche, cuya cultura y modos de ser son objeto de incomprensión, denigración o folklorización. La emergencia de estas injustas situaciones, que se han hecho cotidianas en La Araucanía, tornan más compleja la convivencia intercultural en el sur del país y en esta región, permanentemente sometida a la racialización y militarización. Esto, no nos puede dejar insensibles ni indiferentes. El Estado dice que busca la paz y propone políticas de indemnización a las víctimas de la denominada “violencia rural”, con planes de inversiones en la región e incremento de las fuerzas a través de un Plan Impulso cuyo objetivo es traer desarrollo, paz y garantizar un Estado de Derecho en la región, siempre de la mano de la instalación de empresas transnacionales que buscan, estratégicamente, mantener sus emplazamientos al interior de territorios en disputa. En ese sentido nos preguntamos e interpelamos al actual gobierno: ¿Desde cuándo la paz y la prosperidad van acompañadas de la violencia racializada? ¿Qué se obtiene allanando casas y comunidades, amedrentando a familias enteras y marcando a hierro, y por generaciones, las memorias de niños y niñas? ¿Qué lecciones ha sacado el Estado de la historia de la ignominiosa Pacificación? Y luego, cuando la sociedad entera sale a la calle a reclamar, ¿por qué ensañarse con ella? ¿Acaso no es capaz el Estado de ver que la presencia abrumadora de efectivos armados y vehículos blindados en las calles es una afrenta y una provocación social? ¿Cómo se puede pretender propagar la paz en una región marcada por numerosas injusticias y desigualdades si no se imparte una verdadera justicia en su sentido amplio y en particular para quienes han sido y son víctimas de esta violencia racializada? Como profesores e investigadores universitarios, de distintas disciplinas y nacionalidades, que pretendemos formar generaciones de ciudadanos y ciudadanas conscientes y respetuosos de la riqueza que significa la diversidad étnica y cultural, y que nos interesamos en el estudio de las distintas formas y modalidades que toman las relaciones interculturales en la Araucanía, no podemos dejar de recordar lo que ya han dicho en diversas oportunidades dirigentes de comunidades mapuche y organizaciones de DDHH e incluso personalidades políticas que abogan para que las demandas del pueblo mapuche no sean tratadas de forma judicial, sino que sean resueltas a través de propuestas políticas consensuadas como sucede en muchos otros países. Este último acontecimiento, que desemboca en la muerte de Camilo Catrillanca, en un lugar emblemático como Temucuicui, cuyos responsables inmediatos son los efectivos del comando “Jungla”, en un operativo policial relacionado supuestamente con el robo de vehículos, muestra la violencia de carácter neocolonial y la poca habilidad política de parte del Estado y sus instituciones para establecer una relación armónica con las comunidades y sus habitantes. En efecto, se han aducido motivos como el de la lucha contra del “terrorismo”, la “violencia rural” o la “delincuencia común” para implementar una política de militarización de las comunidades mapuche y justificar que vehículos blindados y efectivos fuertemente armados entren disparando sobre sus habitantes, con los terribles desenlaces que conocemos. No podemos dejar de lamentar y condenar la muerte de Camilo Catrillanca, producto de esta ceguera y error político de mandar fuerzas policiales-militares a “pacificar” violentamente comunidades reconocidas no solo por querer recuperar sus tierras, sino también por querer mantener la jurisdicción propia sobre su territorio. Esta política, que ya se había dado en el pasado y que fue avalada por autoridades de gobierno e incluso tribunales de justicia chilenos, es nefasta para la búsqueda común de la justicia en la región. Luego, la desinformación y el sesgo discriminatorio de la mayoría de los medios de comunicación atizan el fuego y ensanchan la brecha. El llamado que, como profesores e investigadores, hacemos al estado y en particular al actual gobierno es éste: toda política que propone la paz social como meta última y a la vez aplica planes de militarización y represión a la sociedad civil no sólo será incapaz de resolver el conflicto histórico, sino que abrirá nuevas heridas y nuevos focos de conflicto al motivar justificadamente la condena pública y la reacción de las organizaciones que configuran el movimiento social mapuche. En otras palabras, no se puede decir que se busca la paz y al mismo tiempo amenazar con las armas. Pero es urgente interiorizar otro llamado dirigido a la sociedad civil y a nosotros mismos: un llamado a promover y construir una verdadera convivencia intercultural en el contexto regional de la Araucanía. Para ello, es necesario generar caminos de entendimiento entre quienes conforman las distintas partes del “conflicto”. Lo anterior exige, en primer lugar, reconocer la violencia histórica y actual ejercida por el Estado hacia las comunidades mapuche y; en segundo término, renunciar a la política de impunidad y a las prácticas de negación que han prevalecido hasta nuestros días. Asumir la vía de la convivencia intercultural pasa por establecer diálogos con la sociedad mapuche en todas sus expresiones, sus modalidades de ser y relacionarse con el territorio ancestral. En definitiva, construir una convivencia a partir de otras maneras de pensar y vivir las relaciones interculturales. Firman inicialmente Aldo Ameigeiras – David Aviles – Jaime Bascuñan – Fabien Le Bonniec – Andrea Castillo – Gonzalo Díaz Crovetto – Alfredo Gómez Muller – Raúl Fornet-Betancourt – Cecilia Fernández – Ana Luisa Guerrero – Diego Irarrázabal- Dasten Julian – Claudio Maldonado – Alejandro Navarrete – Gertrudis Payàs – José Quidel – Ricardo Salas Astrain – Gastón Sepúlveda – Luis Vivero – Lorena Zuchel – Fernando Wittig …
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