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Investigadora y académica del NEII participa como co-editora de importante publicación en torno a la construcción del conocimiento propio en y desde América Latina y el Caribe
Abrimos un pequeño espacio de conversación con la Dra. Magaly Cabrolié Vargas, investigadora y académica del Departamento de Trabajo Social, adscrita al NEII, a propósito de la publicación del libro “Prácticas y saberes, encuentros y desencuentros: construcción del conocimiento en América Latina y el Caribe“ publicado este año bajo el sello de La Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC). Abordamos algunas interrogantes orientadas a conocer el proceso y el camino recorrido detrás de la obra. Destacamos también algunas ideas y reflexiones en torno a este destacado ejercicio intelectual de carácter cooperativo y colectivo.
¿Cómo se gestó el libro? ¿Cuál es su historia?
Este libro, es resultado de un seminario realizado en México en febrero de 2020, y surge de la idea de poder conmemorar los veinte años de una primera obra denominada “¿Existe una epistemología latinoamericana? Construcción del conocimiento en América Latina y el Caribe” [libro publicado el año 1998 por el sello editorial Plaza y Valdés de México], que también fue producto de un seminario organizado en conjunto con Johannes Maerk, coeditor del libro, en la Universidad de Quintana Roo, en el sureste de México.
Hay varias cosas implicadas ahí. Por un lado, estar en un lugar muy alejado de Ciudad de México, es decir, del centro del país. En el Estado de Quintana Roo, está situada Cancún, ciudad que tiene una gran relevancia turística y económica para México, y que está inmersa en la zona maya. Por otro lado, por mi parte yo provenía de una formación en Estudios Latinoamericanos, por lo que mi visión estaba muy centrada en América Latina, y la contradicción que experimentaba con mi visión respecto de Chile, como un país que le daba la espalda a lo latinoamericano, pues no se reconocía totalmente como tal. Tanto Chile como otros países en el continente han estado mirando hacia otras latitudes en términos académicos y de producción de conocimientos; lo latinoamericano era algo que costaba integrar con la identidad nacional en Chile. Esa idea resultó muy patente estando en Quintana Roo, en un contexto cosmopolita, pero también muy conectado con su propio territorio, con su propia identidad, con su proyección hacia el Caribe.
Otras interrogantes surgieron en ese momento, como por ejemplo ¿a qué se refiere lo latinoamericano y caribeño como lugar de construcción de identidad subalterna? Todas esas ideas, y otras, llevaron a proponer organizar algo que pusiera esas preocupaciones sobre la mesa, desde la perspectiva de la producción del conocimiento, que finalmente era el espacio desde el que la academia podía proyectarse. Fue así como se organizó el primer seminario, y la pregunta del título de si ¿existe una epistemología latinoamericana?, fue una pregunta que se esbozó entre muchas otras, pensando en los temas relativos a la construcción de conocimiento, pero al final esa pregunta se quedó, y se convocó desde las propias redes, obteniendo muy buena recepción. Se contó con las provocadoras intervenciones de pensadores de la talla de Hugo Zemelman, Enrique Dussel, Horacio Cerutti, entre otros. Todos acogieron la propuesta y estuvieron dispuestos a desplazarse desde la Ciudad de México hasta un lugar lejano geográficamente, pero que constituye una clara expresión de las contradicciones que experimenta la academia en los países de la región.
Después de realizado el seminario, se logró recoger la mayor parte de los trabajos que se habían presentado, aunque no fue posible publicarlos todos en esa ocasión. Y luego después con el pasar de los años y a medida que las redes también se fueron expandiendo, otras personas se fueron sumando y se realizaron posteriormente otros seminarios en Quintana Roo y fuera de México. Muy importante ha sido mantener las redes de comunicación, pues mucho del trabajo académico pasa también por los lazos de amistad. Johannes Maerk reside actualmente en Austria, Gerardo Torres en México, y en mi caso, acá en Temuco, lo que también es interesante en términos de cómo el mundo académico se nutre de las relaciones interpersonales y eso da pie para colaboraciones e impulsar proyectos. Así surgió la idea de hacer algo a propósito de los veinte años del primer seminario, pues el impulso inicial tiene otro sentido hoy en día, y sobre todo porque evidentemente habían muchos/as otros/as, en otros lugares haciéndose preguntas similares y repensando lo que significa hacer y construir un conocimiento que sea genuinamente latinoamericano, cuestión que también puede quedarse corta. Es decir, lo latinoamericano para nosotros tiene sentido porque estamos ubicados en América Latina, pero también se hacen preguntas similares, quienes están en África, y quienes están en Asia. Es decir, hay otras cuestiones que se entrecruzan y que tienen que ver con los procesos de colonización y también con los procesos de liberación, en los que se imbrica lo sociopolítico con el desarrollo de un pensamiento propio.
El seminario debió haberse realizado en 2019, pero finalmente se logró concretar el año 2020, gracias al apoyo de la UNAM, particularmente el CIALC, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe que dio el respaldo y el soporte institucional. La UNAM acogió la propuesta y se realizó el seminario en febrero del año 2020, justo antes de la pandemia, momento clave pues en ese minuto nadie imaginaba la magnitud de lo que vendría después.
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Portadas de los libros que marcan dos hitos, con 20 años de diferencia, en la forma y el fondo de interrogarse acerca del conocimiento en América Latina
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¿Qué aspectos marcaron la experiencia del seminario y de publicación del libro?
El libro Prácticas y Saberes, Encuentros y Desencuentros, recoge la mayor parte de los trabajos presentados en el seminario, realizado en circunstancias muy especiales, por ejemplo por la relevancia tomada por el movimiento feminista en las universidades, y al mismo tiempo por el eco internacional que tenía el estallido social que se vivía en Chile. Fue un momento en el que se conjugaron las preguntas con las expresiones propias de nuestras sociedades como respuesta a las contradicciones sociales, políticas y culturales. Una preocupación especial fue puesta en que hubiera siempre mujeres en los paneles, y se contó con destacadas académicas como Ana Luisa Guerrero, Liliana Weinberg y Mónica Ramírez, lo que le dio otro cariz al seminario, que en su versión de 20 años antes había sido mayoritariamente, masculino. Esto permitió una experiencia muy distinta a la anterior, porque es necesario señalar que el conocimiento en términos de género también sufre múltiples situaciones de subordinación. Junto a ello, también la diversidad disciplinaria de académicas/os participantes permitió enriquecer las diferentes aproximaciones al fenómeno que en esta ocasión se llamó “encuentros y desencuentros” en torno al conocimiento, considerado ahora no sólo desde lo latinoamericano, sino más ampliamente, desde el sur.
¿Cuáles podrían ser las principales contribuciones de esta obra a los estudios interculturales?
Creo que la principal contribución es abrir la posibilidad de pensar, no desde una única categoría, sino desde distintas posibilidades o aproximaciones. Lo que se buscaba era no centrarse en una categoría, en un único enfoque, o en una única perspectiva, sino más bien abrir a la diversidad de posibilidades de pensar la particularidad, ya sea de lo que se llama América Latina o de lo que es América Latina y el Caribe, o de pensar “lo” latinoamericano, o de pensar, los/las latinoamericanos/as desde esta posición de subordinación respecto del pensamiento eurocéntrico hegemónico. Claramente se podría decir que eso también lo hacen los estudios interculturales, también lo hace el pensamiento decolonial, también lo hace el pensamiento crítico. En este sentido la idea fue tener un espacio plural, muy diverso, de apertura, que no se restringiera a ciertas categorías conceptuales o perspectivas -que si bien es cierto marcan líneas de pensamiento-, y que permitiera la confluencia.
En ese sentido creo que el aporte es interesante también, porque se aborda la cuestión de la construcción del conocimiento desde distintos quehaceres, intentando superar las visiones monodisciplinares. La intención fue abrir, pues el pensar críticamente el conocimiento en América Latina, atraviesa a todas las disciplinas. Todas las que estuvieron presentes, dan cuenta de que su propio desarrollo disciplinario está cruzado por estas asimetrías de poder que se dan en el campo del conocimiento. Hoy se han ido constituyendo muchas redes académicas y de investigación, y en muchos de esos espacios se está reflexionando sobre la identidad del conocimiento producido. La participación de académicos como Horacio Cerutti y Francisco Piñón, dieron pie a la discusión sobre las influencias que subyacen al pensamiento crítico latinoamericano.
¿Qué redes académicas estuvieron implicadas en el desarrollo y publicación del libro?
Una parte importante del impulso está en la plataforma IDEAZ, desde la que se busca intercambiar ideas e iniciativas sin la premura que pueden tener otras experiencias de redes que sufren la presión y competitividad académica existente en las instituciones de educación superior respecto a la productividad. En este caso lo importante es constituir un espacio de intercambio permanente. Esta plataforma está extrañamente situada en Austria. Allí confluyen académicos/as de la UNAM, en México, y también de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana, México), la Universidad de Baja California, la Universidad de Quintana Roo, y la Universidad Católica de Temuco, a través de mi participación, y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Viena, que es donde reside la plataforma IDEAZ (Instituto de investigaciones Interculturales y Comparadas). Además de América Latina, IDEAZ también cuenta con la participación de investigadores del mundo árabe, del Caribe anglófono, y del este de Europa.
¿Bajo qué sello editorial se publicó el libro? ¿En qué formatos se distribuirá? ¿En qué continentes o países circulará la obra?
El libro fue publicado por la UNAM, específicamente por el CIALC, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, a fines del año 2021, y fue publicado sólo en formato papel, y la UNAM mantiene los derechos y la distribución a través de sus redes, principalmente librerías universitarias de América Latina.